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viernes, 9 de octubre de 2009

Recuento estratégico sobre el proceso político salvadoreño

Rafael Paz Narváez

I. De la lucha por la revolución hacia la victoria electoral en las presidenciales del 2009

1.Es un lugar común afirmar que nos encontramos en una situación de inflexiones estratégicas, es decir, un momento histórico en el cual algunas tendencias marcan un ascenso definitivo, en tanto otras entran en declive o se mantienen estables y latentes.

2.En definitiva, estamos cerrando el ciclo del siglo XX, que fue escenario de lucha entre tres proyectos de nación, de sobra conocidos: el oligárquico, el democrático reformista y el revolucionario. A raíz del ascenso de las fuerzas democráticas en el panorama político de El Salvador, el 15 de marzo de 2009 marca una derrota política de la tradicional oligarquía salvadoreña ahora reconvertida en bloque empresarial hegemónico. Se ha logrado por primera vez en la historia (el único antecedente digno de mención puede ser la efímera y malograda presidencia de Araujo en 1931), una derrota política de las fuerzas oligárquicas, cuya hegemonía en este momento se ha desquebrajado.

3.Un recuento de los principales acontecimientos políticos de la segunda parte del siglo XX nos lleva a recordar los enfrentamientos entre el Partido de Conciliación Nacional y la Unión Nacional Opositora (una alianza entre el Partido Demócrata Cristiano como fuerza líder, el desaparecido Movimiento Nacional Revolucionario, de inspiración socialdemócrata, y la Unión Democrática Nacionalista, con influencia del entonces proscrito Partido Comunista Salvadoreño) que se resolvieron mediante los fraudes electorales de 1972 y 1977, lo que contribuyó al definitivo ascenso de las fuerzas revolucionarias político militares durante los años 70. Las fuerzas revolucionarias nacen en la dispersión de varios grupos revolucionarios durante los primeros 5 años de la década de los años 70, llegando a perfilar su iniciativa estratégica a partir de 1979.

4.A partir de 1979 se produce la confluencia entre las fuerzas democrático reformistas y revolucionarias, se conforman el Frente Democrático Revolucionario y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. En el primer programa de esta amplia alianza predomina la proyección revolucionaria, la cual se manifiesta en el breve documento histórico del programa de gobierno democrático-revolucionario. Sin embargo, en relativamente poco tiempo, este acento cambia, porque a partir de 1983 este primer programa es desplazado por el programa de gobierno de amplia participación, en el cual, el predominio pasa a las fuerzas democrático-reformistas.

5.De 1983 a 1992 se produce un lento reacomodo que lleva finalmente al abandono de los métodos y las formas de lucha revolucionaria para negociar la participación e integración en el régimen político hegemonizado por la oligarquía. En lo sustancial, se entregan las armas a cambio de la participación política en eventos electorales.

6.De 1992, o más bien, de 1994 al 2009, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional existe casi exclucsivamente para posicionarse en los cargos públicos de alcaldías y asamblea legislativa, y competir por la presidencia de la república. Aunque como fuerza política tiene un origen de carácter revolucionario, desde 1983 emplea los métodos revolucionarios para la consecución de propósitos democratizadores, y desde 1992 se convierte en partido político electoral para competir por cargos públicos. Ahora, en 2009, mediante la figura de un candidato, sin duda extraordinario, se ha constituido una amplia alianza democrática, ha logrado derrotar al partido ARENA, y finalmente ha llegado al planteamiento de un gobierno de unidad nacional (de amplia participación). Es decir, durante la priméra década de apertura del siglo XXI se han logrado los objetivos democráticos del siglo XX.

7.La forma en que se ha logrado esta victoria electoral es ejemplar respecto a la capacidad histórica de las fuerzas políticas que operan en los escenarios de El Salvador. De una parte, el bloque empresarial hegemónico apostó todo a mantener a su representante político principal en el poder ejecutivo, realizó una campaña electoral en la cual degastó hasta el agotamiento su control sobre los aparatos electorales, y en la conciencia de que ello no bastaba, concertó con el conjunto del aparato del estado y otras fuerzas políticas y sociales un fraude electoral para mantenerse al frente del poder ejecutivo. En contrapartida, la conversión pragmática de la mayoría de la fuerzas revolucionarias en actores que juegan a la democracia representativa logró acumular, durante la post guerra (1992-2009), un conjunto de espacios democráticos que van consolidando su posición. Las fuerzas democrático reformistas se mantienen minoritarias y latentes, hasta que aparece un candidato que logra convocar los esfuerzos de ambas proyecciones históricas y se produce la alianza que, de hecho, se perfila con capacidad de disputarle el poder ejecutivo no sólo al partido de la oligarquía, sino al bloque de derecha en su conjunto.

8.Las fuerzas revolucionarias que han permanecido latentes desde 1983, o que se han decantado después de los acuerdos de paz como tendencia, juegan un papel secundario (sin duda) pero vital en la coyuntura. Más que orientarse a ganar las elecciones, se enfilan a derrotar el fraude electoral, y sin mayores recursos (en comparación con lo que se ha gastado en campaña electoral) contribuyeron a animar el espíritu revolucionario popular que se vuelca en la defensa no sólo del voto, que hubiera sido insuficiente, sino en defensa del mismo proceso electoral.

9.El lema de trabajo de las fuerzas revolucionarias, hasta las elecciones de 2009 fue ampliar la convocatoria democrática y profundizar el carácter revolucionario de las organizaciones populares. Después del evento electoral ese lema puede transformarse en profundizar la democracia y preservar las tradiciones revolucionarias populares. La consigna de base para este nuevo escenario puede ser Defender, ampliar y profundizar las conquistas democráticas y acrecentar las tradiciones revolucionarias de los sectores populares.

10.Durante el siglo XX se luchó por la revolución socialista y se conquistó la participación democrática. La victoria electoral del 2009 abre la posibilidad de avanzar más alla de la existencia de espacios democráticos: Es posible que los sectores populares y revoluconarios no se conformen con haber derrotado el fraude electoral y ganado una elección presidencial, podría ser que se tracen la meta de reformar profunda y extensivamente el aparato electoral; Un desafío para las fuerzas populares organizadas será evitar conformarse con buenas o mejores políticas económicas, y optar por garantizar la producción eficiente y solidaria desde aquellos medios de producción en posesión de los sectores populares; Otro desafío es evitar el conformismo respecto a una ampliación en el acceso a los medios de comunicación, y procurar la transformación del marco jurídico que norma los espectros de frecuencias para la transmisión audiovisual. Desde la tradición revolucionaria se ha contribuido al ascenso de las fuerzas democráticas y se han potenciado redes y nodos de comunicación popular alternativa. En este nuevo momento histórico, el desafío será ir más allá, y considerar la necesidad de profundizar la democracia haciendo prevalecer en su proceso los intereses de los sectores populares, posicionando sus organizaciones en una estrategia de apoyo crítico a las fuerzas democratico progresistas y defensa frente a los posibles embates de las fuerzas reaccionarias.

11.¿Cual puede ser el destino de la tradición revolucionaria del pueblo salvadoreño en el nuevo escenario de profundización de la democracia? En primera instancia se impone la defensa del gobierno democrático frente a los potenciales ataques de las fuerzas reaccionarias. No está jurado que más adelante no puedan ocurrir maniobras desestabilizadoras de todo tipo o que inclusive, se intenten azonadas golpistas. Sin embargo, en lo fundamental, el trabajo de las fuerzas revolucionarias es acompañar a los sectores populares en la defensa de sus intereses, utilizando en primera instancia los métodos democráticos, aunque, si con dichos métodos no se logra contener el asedio contra los sectores populares, la movilización popular combativa siempre podrá ser un recurso a considerar.

12.¿Hasta cuando podrán mantener las fuerzas organizadas de los sectores populares una actitud latente? Se ha llegado al momento en el cual puede ser necesario proponer un programa democrático revolucionario, el cual en este momento se encuentra disperso entre los diversos sectores organizados. Este programa debe recoger las metas y procedimientos de los sectores feministas, ambientalistas, economistas alternativos, comunicadores alternativos, educadores alternativos, etc, y fusionarlos desde la práctica con los intereses de los sectores populares y sus organizaciones.

13.El 15 de marzo de 2009 ha triunfado la tesis de que todo el esfuerzo revolucionario debía orientarse y respaldar la negociación con los sectores oligárquicos (como representantes y aliados de los intereses de la gran potencia norteamericana) y que debía incluirse a todas las fuerzas políticas y sociales en la conformación de un gobierno de amplia participación. El gobierno de unidad nacional es una expresión de dicha verdad histórica.

14.Las fuerzas revolucionarias presentes en la tradición política del pueblo salvadoreño podrían trazarse, como aspiración, la búsqueda de un gobierno democrático revolucionario en el cual prevalezcan los intereses de los sectores y clases populares y de las reivindicaciones feministas y ambientalistas, pero ello significaría un proceso de movilización y articulación de fuerzas del mediano al largo plazo: se han requerido 25 años para que el gobierno de amplia participación se vislumbre como una posibilidad concreta. No es posible estimar cuantos años pueden pasar para llegar a concretar un gobierno de otro tipo.

15.Si el gobierno actual puede ser un gobierno de transición, como se ha dicho, un escenario político posible es definir ese carácter desde los sectores populares, sobre todo el carácter de dicha transición.

II. De la derrota del fraude electoral hacia la conformación de un gobierno de unidad nacional por las fuerzas democráticas

1.Para las fuerzas de derecha la derrota es más contundente en la medida y calidad en que no la habían considerado como un escenario en el cual podrían desenvolverse. Ni el partido ARENA (por Alianza Republlicana Nacionalista), ni las fuerzas armadas, parecen haber considerado que podían verse obligados por las circunstancias a aceptar la victoria electoral del fmln (por Frente Farabundo Martí de Liberación), en el último jalón, con una costelación de alianzas de última hora.

2.En esta alianza, las fuerzas revolucionarias que no están integradas (y en latencia) en el fmln jugaron un papel de acompañamiento y movilización, no de alianza política en el sentido de aspirar a un posisionamiento en cargos políticos, dado el probable caso de una victoria.

3.El planteamiento de gobierno de unidad nacional parece abrirse a la participación hasta de sectores y clases que se identificaban y se representaban con el partido ARENA. Todo parece indicar que los sectores empresariales organizados están proponiendo tener una participación en el gabinete.

4.En las últimas jornadas electorales, la movilización popular contra el fraude adquirió una dimensión casi inédita en la historia: se rodearon lugares en los cuales se sospechaba que habían (y efectivamente había) contingentes de personas dispuestas a participar en el fraude. El estado de ánimo popular era definitivamente inclinado a la intolerancia respecto a cualquier otro resultado de las elecciones que no fuera el triunfo de Mauricio Funes como candidato presidencial del fmln (de hecho esto fue uno de los resultados de la descarada gestión del aparato electoral por parte de ARENA). En algunos sectores populares inclusive se anticipaba espontáneamente enfrentamientos con la policía y las fuerzas armadas.

5.En las últimas jornadas electorales las personas que integran la Policía Nacional Civil no dieron muestras de permanecer como un cuerpo incondicionalmente dispuesto a la represión. Parece que en el caso de las fuerzas armadas si existía mayor preparación, anticipación e inclinación a participar en una azonada represiva contra los sectores populares.

6.En la derrota de ARENA concurren dos factores básicos, de una parte, la movilización popular contra el fraude, y de la otra parte, un contexto internacional en el cual ARENA no podía prever apoyo para consumar un fraude. Parece ser que inclusive la administración Obama se mantuvo a distancia de la posibilidad de acompañar un proceso fraudulento.

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